2.2. Fuerzas centrífugas
Frente a las causas mencionadas, existen otras que han venido a denominarse fuerzas centrífugas del proceso de aglomeración, que permiten explicar el freno al crecimiento de las grandes urbes, así como la existencia de ciudades de menor tamaño distribuidas por la geografía. En primera instancia, cabría citar una serie de factores que condicionan la calidad de vida y el bienestar de la convivencia en la ciudad. Así, los costes del transporte para los desplazamientos dentro de la ciudad, los precios de la vivienda, la polución, la contaminación acústica, la aparición de free-riders en el uso de bienes públicos y la delincuencia, son hechos directamente relacionados con el tamaño de la ciudad. Considerando estos factores, se podría entonces plantear que hasta un cierto tamaño de ciudad las fuerzas centrípetas superan a las centrífugas, de modo que prevalece la tendencia de concentración en torno a las grandes ciudades, pero una vez alcanzado este tamaño son las segundas las que predominan sobre las primeras, deteniéndose entonces el proceso de aglomeración urbana.
De manera opuesta a las economías ya aludidas de localización y urbanización, puede argüirse que cuando las empresas de un mismo sector o distinto sector se concentran, la competencia por el aprovisionamiento de los input tenderá a elevar los precios –salarios y alquileres–, lo que puede llegar a convertirse en un disuasivo para la llegada de nuevas empresas, y por tanto, a favorecer la dispersión.
También se plantea como factor que favorece la dispersión de la actividad económica y la población las nuevas tecnologías de la información y el avance en las comunicaciones. Para Toffler (1980), Naisbitt (1995), Negroponte (1995) o Knone (1996), los efectos derivados de las mejoras en las comunicaciones podrían significar el fin de la necesidad de las ciudades. La cuestión planteada es que se crea un gran espacio a nivel mundial donde se elimina la necesidad de la presencia física en las interacciones de las ideas, aspecto tradicionalmente asociado a la existencia de las ciudades2.
Por último, además de las mencionadas, cabe añadir que en el modelo de Krugman de dos sectores, los agricultores limitan las posibilidades de la aglomeración, ya que al considerarse como un factor inmóvil supone un elemento que favorece la dispersión. La demanda inmóvil representada por los agricultores produce dispersión cuando las empresas de otros sectores optan por ubicarse en localizaciones cercanas para evitar los costes del transporte cuando estos son elevados3. Este escenario se plantea cuando no existen buenas infraestructuras de transporte.
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